jueves, septiembre 13, 2007

Un loco de texto

Hoy estuve en el Registro Civil. Tenés que ir 28 días antes del día que elegiste para casarte. 28 días al natu, nada de días hábiles y cálculos negros e imposibles. Nos casamos el 11 de octubre de 2007, a las 14.10hs. Cuando llegué, vi en la vereda -y la imagen me asqueó- un charco negro de palomas, comiendo arroz. Mucho traje plateado, en las mujeres de entre 30 y 40. Equis. Ninguna fantasía, el plateado mal llevado de las solteras.
El arroz no me molesta, pero sí los pomos onda carnaval. El pomo deviene agua fría, y todo lo frío me jode, menos la bebida. El arroz también me jode, en realidad. Pero si soy capaz de hinchar las équices con la Iglesia, no puedo quejarme por ese rocío blanco y amarillo. La Iglesia -a punto de ir cana, con el juicio a VW-, me revolvió el estómago durante 21 años. Ahora estoy dispuesto a tomar la cuchara, y ser yo quien revuelve ese Zolá santificado. La Iglesia es un asco, pero no deja de ser un lugar sagrado para quien creyó, en la edad de la infancia. No es casualidad que, cuando somos un posible Diamante, lo sagrado y lo profano sea aquello mismo con lo que jugamos cada día. Cuando era chiquito, no comprendía por qué yo era, evidentemente, el único que creía las mentiras de Dios. En algún momento, la historia del equis empezó a hacerme fantasía. Las pelis bíblicas, me mataron siempre. A mí solo. Mis hermanos cambiaban de canal. Me volvía loco la posibilidad de ser bueno. Y los malos, eran gente común. La maldad estaba en casa. No hacía falta ser un gran tirano. La maldad estaba todo el tiempo ahí, como una tentación. Y ser bueno era algo muy lejano; a la vez, lo más simple. No alcanzaba con rechazar el mal. Había que crear el bien, con amor. Los buenos de esas pelis, son milagros humanos. Seres imposibles. No había nadie, en la vida real, que fuera bueno como Sansón, Moises o Jesús. Creía que mi tarea debía ser convertirme, yo mismo, en un ser imposible. Sufrí cada caída. Finalmente, entendí que era mucho más interesante no ser un milagro humano. La caída era tan pilas como estar arriba. Ver que uno no es Jesús, admitir que no tenemos un lugar central en el plan divino, nos aleja de la fé. Qué sentido tiene creer en un Dios que nos ignora, hagamos lo que hagamos. Ahí se acabó. Los 10 mandamientos se convierten en más o menos buenos consejos. Se revela que creer y no creer es exactamente lo mismo. Todos creen y todos dejaron de creer, desde hace muchísimo tiempo. La Iglesia asesina, y uno lee, y ve que la Biblia también. Hasta ahí, tendría unos 13 años. La Iglesia me repugnaba, pero el misterio seguía. Lo mantuve, a pesar de todo. Revisaba libros sobre la figura de Jesús. Conseguía textos de teología. Me hacía fantasía, aun considerándome ateo. Leía a Nietzsche en la Iglesia. Después llegó la peli de Scorsece. Ahí freakié. Judas era el verdadero bueno de los buenos. Me gustaba. La Iglesia se puso en contra de una gran película. Pasó algo fuerte con La última tentación de Cristo. Leí el libro de Kazanzakis. Me hice todo un mambo místico, que las primeras 2 materias de mi carrera terminaron sepultando para siempre. Cuando fui a un curso genial de un sacerdote foucaultiano, volví a freakear. No entendía por qué era posible tener esa doble nacionalidad. Este profesor me enseñó a reforzar mi desprecio por las Instituciones. Me convertí en lo más parecido a lo que no me animaba a ser. Estuve rebotando por todos lados. Tantas cosas. Spinoza. Llegué a creer que dedicaría mi vida a la obra de Spinoza. Después, Mónica, que me dio lo que ya amaba, pero no tenía: Derrida. Mis primeros libros de Derrida pude leerlos recién una vez que escuché hablar a Mónica, en Puan. Y atrás, Levinas. Me di cuenta otra vez de lo mismo. Aunque no hubiera ni Dios, ni Cielo ni Infierno, había algo sagrado: el Otro. Lo sagrado puede matarnos, incluso. ¿Cómo vivir con el Otro? ¿Cómo vivir sin él? Dejé de entender y de intentar entender. Era incomprensible. El odio al Otro, la violencia sobre él. Todo esto me hizo despreciar la razón. Casi dejé mi carrera. Apareció Heidegger, con fuerza. Finalmente, Cacciari. Ahí vi todo junto, de un tiro. Nietzsche era realmente el Crucificado.
Me dejé llevar por Cacciari, casi sin leerlo. A los 30 años, voy a casarme por Iglesia, por pura fantasía y amor a mi pastel. Atea y Diosa, a la vez.
El 11 de octubre, Registro Civil. El 12, daremos el sí (de las niñas) en el altar. A la salida de la Iglesia, sonará The Cure, al mango.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Pastel, es un texto hermoso y divertido. Me hiciste reir mucho. Cuánta intimidad tenés con los autores: un posible Jakie Derrida.
Y la diferenciación por etapas, con la última tentación del x como punto arquimédico (KU?)
Feliz roy-a-yana (o como se escriba)

Mariano Dorr dijo...

Rosh Hashaná, bebito. Nuestro año 5768 empezó el miércoles al atardecer, con la primera estrella (la de Frege, por otra parte).

Anónimo dijo...

La maldad estaba en casa ?
Lo lei por segunda vez,y me jodió
Hoy te dije q estaba bueno,pero no
habia entendido esa parte,supongo...

Anónimo dijo...

Dorr, hacía un largo tiempo que no pasaba por acá y no tenía noticias. Estoy muy sorprendido por tu boda. Leo y recuerdo un día, hace ya cerca de diez años supongo. Una tarde o una noche, no sé bien, caminamos hasta la iglesia de Olivos. Estabas como un demonio y yo me reía. Era tu época kazanzatkiana y odiabas Brasil.

felicidad
y un abrazo.

Mariano Dorr dijo...

La maldad estaba en casa... Esto significa "puertas adentro". El problema del mal no era el de "los otros", sino el de uno mismo. No quise decir que en tu casa, mami, se practicase el mal o la mala leche. Vos siempre fuiste lo más, mujer. "La maldad estaba en casa", significa que la tentación negra estaba siempre con uno. No había que cruzar el umbral para encontrar cosas negras. Uno podía solito.

Mariano Dorr dijo...

Qué alegría, Diego, saber que estás por aquí.

Anónimo dijo...

lo vas a invitar a diego?

Anónimo dijo...

Cuantos invitados? 100 ? 1000 ? 1000000? No espero respuesta,me morí

Mariano Dorr dijo...

Son muchos invitados, por suerte. Va a ser una buena fiesta, parece.

tililili dijo...

No puedo entrar a mi propio blog!
Alguien me tiene que explicar como se hace !
Dejo comentarios, y ahi recien puedo entrar.
Bueno,besos
Soy muy bestia!

Cereza Martinez dijo...

Me llega eso de "Me volvía loco la posibilidad de ser bueno". Esa la conozco.

Hay un proverbio zen que dice: "Cada vez que conozcas a alguien, mírale a los ojos porque ahí dentro se está librando una batalla". Y tiene mucho de verdad ¿no?. Estamos todos en un lío. En una situación jodida. Nuestro deber es "mostrar" algo de bondad los unos a los otros.

cece´ dijo...

hola marians.... me vas a invitar?
feliz felis...
muah!

Anónimo dijo...

Quien es el sacerdote foucaultiano?