miércoles, octubre 25, 2006

La doble con el fotolog


Este es mi hermano Juan, en Olleros. Está frente a la puerta del cuartito del patio, donde hoy vive El Matarife. Algún día, fue mi cuarto. Allí tuve mi primera biblioteca personal, en aquel cuarto de terror. Me acuerdo que, a la noche, escuchaba gemir a los gatos de Colegiales. Parecían bebés en equis situación. Me desesperaba un poco. Yo estaba en una época medio rari, como siempre. Participaba en la juventud del Frente Grande, con quienes rompí después de hacerle una entrevista al violero de los Ratones Paranoicos, para la revista del Partido. Estaba en 5to año, como Fabián Vena en Socorro. Mi cuartito no conoció el costicismo verdaderamente. Cuando viví allí, acababa de separarme de mi primera novia y, más bien, fue un cuarto de soledades. Sin embargo, María (una chica que conocí en los games de Lacroze, y que estaba por casarse con un tipo gigante que jugaba mientras ella me miraba de reojo) estuvo un par de noches en mi cama, en el cuartito que hoy es del Matarife. El cuartito que mi hermano Juan, que vive en Mallorca, mira con picardía en la foto. Pobre Mumi, nunca confió en Papá. Y hacía bien. Mi papá, toda la vida, fue un flor de hijo de puta. María venía a Olleros, y me lloraba su casamiento inminente. "Hoy compró toda la vajilla", me decía. Yo, la verdad, no quería el costicismo. Así estaba bien. María era demasiado melancólica. No daban ganas de quitarse la ropa, la verdad. "No me quiero casar. Quiero estar con vos", me decía. No sabía cómo dejar a su marido antes del casamiento. Y finalmente lo hizo de un modo extraño. Se anotó en la Facultad de no sé qué carajo, en Entre Ríos, donde vivía una hermana suya, bastante mayor que ella. Se fue a estudiar Biología. El marido freakeó. Entonces tuvo la excusa perfecta: "vos no aceptás lo que quiero para mi vida, que es estudiar Biología en Entre Ríos, cerca de la Naturaleza. No me puedo casar así". Y se fue. Nunca más supe nada de ella.
El Matarife, que vive ahora mismo en ese cuartito, es un ex-levantador de quiniela, ex-gigoló, ex-carnicero, y actual DT de un equipo de fútbol del gremio de carniceros. Tiene casi 80 años. No paga alquiler. Mi papá lo deja vivir allí, por haber sido capaz de soportar a mi abuela los útlimos años, antes de su muerte. El Matarife la cuidaba, y la tuteaba, cosa que ella jamás. Ella le decía: "¡Orlando, teléfono!". Y él: "Ya voy, Matilde, no me grites que estoy al lado tuyo".
Mucho antes de que sucediera todo esto del Matarife, el cuartito era el lugar al que iba a parar toda la mierda de la casa. Botones, palos de amasar, carpetas. Había una humedad que era, realmente, un loco de remate. No se podía respirar. Y mi hermano, de chiquito, era miedón, y hermoso. Muy hermoso.
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Decidí subir este mismo texto que escribí, esta madrugada, para el fotolog. No sé, me pareció que iba. Que tenía un espíritu afín con "En busca...". Ahora, casi las once de la mañana, sigo leyendo un artículo de Paul de Man. Sobre la imposible tarea de la teoría literaria y la consecuente resistencia de sus aficionados, que después de dedicarse a marilynear un poco en la teoría, dice de Man, finalmente abandonan, desilucionados, al enfrentarse a la imposibilidad, que, según Paul, es la verdadera fantasía. Yo no estoy tan seguro. Creo que la teoría literaria, sí, se vincula a lo imposible, pero no menos que cualquier otra cosa en esta vida.
Tengo ganas de terminar este parcial, y salir a divertirme con mi pastelito. Aunque, increíblemente, antes de ayer, de tantas salidas, excesos y gastos de energía, no pude contener mis lágrimas. Lloré. Y mientras lo hacía, pensaba: "necesito un poco menos de intensidad en mi vida. Esto es demasido". Bajar un cambio. Poder estar solo, en mi cuarto, como decía Pascal, sin hacer nada. Por lo menos... cinco minutos. Pascal decía que la guerra existía porque los hombres no eran capaces de estar sentados en su habitación, sin hacer nada, ni siquiera pensar, durante cinco minutos al día. Pascal probó, y tuvo una revelación. A partir de entonces, dejó todo por El Equis.
Si me quedase cinco minutos quieto, no te digo que dejo todo por El Equis, pero capaz que podría ganar algo de dinero. Incluso, en una de esas, ahorrar.
Joder. Estoy quebrado. Pensaba, ¿qué puedo vender? El blog. ¿Me darán veinte mangos por "En busca..."? Ya lo sé. No. Ni veinte guitas, increíblemente. ¿Y el Premio Clarín Novela? Cien mil mangos. Qué fantasía.
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Una vez, me acuerdo, mi abuelo, bajó una pesada escultura del cuartito que hoy es del Matarife (ella volvía a la primera historia), una cabeza de mujer, y nos pidió a mi hermano y a mí, que la destruyéramos a martillazos. Yo tendría 6, y Juan, 8 años. Nos dió un enorme martillo a cada uno. La escultura, era de una famosa artista plástica. Una mina que, todavía hoy, expone en el Recoleta y lugares así. Se la había regalado al viejo vaya a saber uno por qué.
Quedó reducida a polvo. Hijo de puta, también, mi abuelo. Nos hacía trabajar la fantasía de la destrucción.

5 comentarios:

tate dijo...

Como diría Martín Kohan de 25 de Mayo, tu casa de Olleros tiene el poderoso atractivo de un pasado lujoso pero venido a menos. Y, para seguir con Kohan, me encanta del texto el leve tono mesiánico de la fantasía con lo imposible, la intensidad y la destrucción.
De la generación y la corrupción: vaya si sabe el Matarife.

Mariano Dorr dijo...

Yo pensaba: ¿habrá sido mi abuelo, en ese acto inaugural, frente a esa "cabeza de mujer", el que, de algún modo, me condenó a limarle el bocho a cada una de las mujeres que conociera en mi vida? Limar. Reducir a polvo. Pero creo que no. Yo no te limo la cabeza. Sólo te la quemo. Y de fuego, sólo recuerdo una vez, por la misma época, que, si no me equivoco, quemamos un sillón. Nunca una mujer.

Anónimo dijo...

el tipo mas hijo de puta que conoci en mi vida, tu abuelo.

Cereza Martinez dijo...

Yo creo que El Viejo disfrutaba con esas pequeñas cosas, no lo juzgo, lo recuerdo como un momento divertido, darle un mazaso en la ñata a aquella cabeza te provocaba una descarga de adrenalina divina. Cuando la cabeza quedó reducida a polvo me senti como diós.

Anónimo dijo...

pase por aquí. me encanta tu literatura. de verdad me río sola cuando la leo, también me da ternura y los dialoguitos que aparecen son lo más. Creo que el del matarife es mi texto prefe.quiero leer más.
volveré... espero conocerte algun día: -hola soy nat
-hola soy equis
mil besos