domingo, septiembre 09, 2007

En busca del costicismo perdido de Borges


Beatriz Viterbo... Me voy a Tucumám, a decir cualquiera, sobre lo único en lo que creo de verdad. Decir cualquiera, pero con amor a esas cualidades que queremos. Cualquier cosa no es cualquier cosa, escribió Roberto Jacobi en Ramona, y se refería a Belleza & Felicidad. Y yo estuve tan de acuerdo que temí estar gravemente equivocado. Finalmente, estaba equivocado, como siempre. Pero no era grave. Piloteo el error. El error te lleva y te enseña equis cosas. Error. Es una de esas palabras que parecen, o casi se convirtieron, en un símbolo, en una señal como de tránsito. Como el propio Stop. Me voy al jardín de la equis, a exhibir errores marilyn. Errores que hasta me dan de comer. Poco, pero me dan... Y no lo podría explicar. Menos mal que ya no trabajo haciendo lo que no sé hacer. Ahora trabajo en esto: decir cualquiera con amor a las cualidades un loco. Si a fin de cuentas, igual, todo es un loco. Y el loco es la regla. Me da miedo ver cuando la gente no se hace cargo. Es todo un loco tan grande que más vale abrir los ojos y flashear con este increíble mundo, con Congresos en Tucumán, donde no se decide la independencia de nada, pero se aceptan ponencias sobre Witty, Agamben, Derrida, Benjamin, y, en mi caso, sobre Beatriz. No voy a decir nada nuevo. La idea es bastante concreta: que Borges es el más grande por una razón antiborgiana. Borges escribe lo obvio. Dice lo que todo el mundo sabe. No hay nada que no sea ya sabido. De ese modo, nos deja perplejos. ¿Por qué? Porque lo sabido es, precisamente, lo ignorado. Lo olvidado. Borges dice las tonterías que pretendemos o pretendíamos olvidar. Pavadas. Por ejemplo... el aleph. ¿Qué dice? Que vemos todo... Y bien que lo vemos, aunque hagamos de cuenta que somos ciegos. Como el equis. Pero él era ciego literal. Y siempre es literal. Cuando dice que vio todo, en el aleph, es porque vio todo. Como todos nosotros, cada día. Hay que aprender a ver todo, y ser capaces de hacer con eso una fantasía. No sólo ponernos mal. Porque todo es un desastre. Beatriz está muerta de entrada. Si aceptamos que la fantasía máxima es una suerte de muerta, podríamos hacer algo con ella. Escribir, como mínimo. Y que esté muerta la fantasy, también significa revivirla. Y la resurrección, la sobrevivencia, es algo de lo que vemos en nuestro aleph, también. Vemos cada loco... Ciegos, aún.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

mariano dorr, sos lo más
qué bueno que volviste (o que volví yo a tu blog)
qué bueno que te casás
qué bueno que te vas a tucumán a decir cosas fantasy del equis enorme
qué bueno que todo es un loco gigante

Unknown dijo...

joya

Anónimo dijo...

Mariano:

No tuve oportunidad, en Tucumán, de saludarte y decirte que tu ponencia resultó lo más de lo más. Entre tanto tono uniforme, entre tanto boludo leyendo una parte de su tesina de licenciatura mirando para abajo, tu perfo destaca (creo que destacaría en cualquier lado).
Además, fue todo verdad.
Saludos.

Diego

Mariano Dorr dijo...

Qué Diego serás. nos preguntamos con 7e7é.